sábado, 18 de febrero de 2012

Elección del Congreso español

Como he adelantado en entradas anteriores, se trata de un procedimiento complejo. En primer lugar se dividen los 350 escaños de los que se compone la cámara, asignando uno a Ceuta, otro a Melilla y dos a cada provincia inicialmente, para después repartir el resto (248) entre todas las provincias en función de su población, aplicando el método Hare. Este es el reparto para las elecciones de 2011:


Después se reparten los escaños de cada provincia, usando el método D'Hondt, entre los partidos que han superado el 3% de los votos válidos emitidos en cada una.

Puede entreverse ahora por qué esta elección no es proporcional, pese a usar un sistema como D'Hondt:
1. Existen varias circunscripciones o distritos entre los que se dividen los escaños.
2. Se reparten a priori una centena de escaños a las provincias de forma equitativa, no proporcional a la población.
3. Los demás escaños se reparten con un sistema "proporcional" corregido, Hare, que sobrerrepresenta a las provincias menos pobladas.
4. Existe una barrera en cada provincia del 3 % de los votos válidos emitidos en ella.

Todo ello modifica sensiblemente el resultado como puede observarse:

A la derecha figuran los escaños obtenidos realmente y a la izquierda los que se habrían logrado si cada escaño valiese lo mismo (66.040 votos).

Esto se debe fundamentalmente a la primera medida, la multiplicidad de circunscripciones, que actúa como una reducción de los escaños elegibles. Suponiendo que todas las provincias fueran igualmente pobladas y que cada partido tuviera sus votos equitativamente distribuidos en todas ellas, el resultado es el mismo que el de repartir proporcionalmente sólo los escaños que corresponden a cada provincia y luego multiplicar por el número de provincias, en vez de repartir proporcionalmente los escaños totales.

Para que se entienda mejor pondré un ejemplo ficticio:
El partido A obtiene 1.000.000 de votos, el B 900.000, el C 200.000, el D 50.000, el E 5.000....
Si se reparte un sólo escaño se lo llevará el más votado; si se reparten 3, serán 2 para A y 1 para B; si se reparten 11, el reparto quedará en 5, 5 y 1 (ya entra C); para que entrase D se necesitarían 43 escaños; 431 para que entrase E... La proporcionalidad aumenta al aumentar el número de escaños a repartir (repartir un sólo escaño o tantos como votos haya, son casos extremos que nos llevan a un sistema mayoritario estricto donde sólo tiene escaño el más votado o a un sistema de proporción total).

Repartir 600 escaños pero en 200 distritos (suponiendo que estén igual de poblados y el voto de cada partido igualmente distribuido en ellos) supondría repartir 3 escaños 200 veces, es decir, 400 (200 X 2) para A y 200 (200 X 1) para B. Como puede verse, la existencia de circunscripciones reduce la proporción, como si el número de escaños a repartir fuera en realidad menor.

En el caso español, se reparten 350 escaños en 52 circunscripciones, por lo que se reparten casi 7 escaños de media. Con el ejemplo anterior de voto igualmente distribuido y circunscripciones igualmente pobladas, el resultado sería 4/7 de los escaños para PP y 3/7 para PSOE, es decir, 200 y 150 respectivamente.

Si el resultado no ha sido así es porque no se cumplen esas dos hipótesis. Existen en España provincias muy pobladas, como Madrid o Barcelona que reparten más de 30 escaños mientras otras muchas reparten menos de 5. Gracias a las grandes circunscripciones se logra ganar un poco de proporcionalidad, porque ya empiezan a conseguir escaños los terceros y cuartos partidos.

Aquí es donde entran en juego los puntos 2 y 3. Para impedir que haya provincias con muchos escaños y otras con muy pocos, se sobrerrepresenta a las menos pobladas, quitandole bastantes escaños a unas pocas y dandole uno o dos escaños más a muchas, cosa que empeora la proprocionalidad de los partidos, ya que 4 escaños suelen ser tan pocos como 2 para que aparezcan más partidos en el reparto, mientras bajar de 45 a 35 escaños supone realmente una pérdida para los minoritarios.

Por último, en aquellas circunscripciones que después de todo pasan de 30 escaños, la barrera del 3% impide que los partidos más pequeños accedan al reparto de los mismos, por muy proporcional que sea luego la distribución entre los que pasen la barrera.

Se comprende bien ahora cómo el reparto proporcional de unos pocos escaños no arroja un resultado similar al reparto proporcional de 350 escaños (que sería el equivalente a usar D'Hondt en circunscripción única y sin la barrera del 3% mínimo). Es decir, un sistema proporcional puede dejar de serlo al aplicarle suficientes correcciones.

En el caso español han salido perjudicados: PACMA (-100%), PA (-100%), Eb (-100%), EQUO (-100%), UPyD (-70,59%) e IU (-56%).
Y beneficiados: G-Bai (+%), EAJ-PNV (+25%), AMAIUR (+40%), CiU (+6,66%), PSOE (+4,76%) y PP (+13,41%).

Como se apreciaba intuitivamente, han salido perdiendo los pequeños y medianos partidos que tienen su voto disperso por toda España, se han mantenido los partidos pequeños con el voto concentrado en una zona y han salido beneficiados los dos grandes partidos españoles y sobre todo los medianos partidos con el voto concentrado en una zona o los partidos minúsculos pero que tienen su voto aún más concentrado (como es el caso de G-Bai que cuenta sólo con el 0,17% de los votos pero todos ellos en la poco poblada Navarra).
El motivo por el que CiU no está excesivamente sobrerrepresentado es porque una de las 4 provincias en las que acumula sus votos es la inmensa Barcelona (la segunda más poblada, con 31 escaños), en la que el reparto de escaños es bastante proporcional.

Si considerasemos CiU como un partido en Barcelona y otro distinto en las otras provincias habría sacado:
305.040 votos y 7 escaños en Lérida, Tarragona y Gerona, mereciendo 4 (+75%).
709.223 votos y 9 escaños en Barcelona, mereciendo 11 (-18,18%).

Es decir, el sistema electoral español no sólo beneficia a los dos grandes partidos, sino también a los partidos que concentran su voto en una región (sobre todo si es pequeña), en detrimento de todos los demás partidos.

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