lunes, 20 de febrero de 2012

Sistema D'Hondt

Como ya he explicado anteriormente, este sistema es el "del divisor" con los números naturales como divisores.

Para aplicarlo manualmente se puede rellenar una tabla colocando en fila cada partido y debajo de cada uno sus votos, después se colocan en columna los números naturales desde 1 hasta el total de escaños a repartir (se podrían poner también los partidos en columna y los divisores en fila) y se rellenan las casillas con los votos de cada partido dividido entre el número correspondiente -por ejemplo, en la casilla 3B se pone el número de votos del partido B entre 3- para marcar después las casillas en que aparecen los números más grandes de todo el tablero (tantas casillas como escaños a repartir). Cada partido se lleva tantos escaños como casillas tenga marcadas en su columna (el partido A se lleva tantos escaños como casillas marcadas debajo de la casilla 'A'...)


Es evidente que el partido más votado se llevará siempre el primer escaño y por tanto se llevará alguno (es poco frecuente que un sistema electoral deje sin escaños al partido más votado) y no se llevará más de los que se repartan (por ello no hacen falta más columnas).

Puede observarse también que con este sistema un partido con más votos que otro no puede llevarse menos escaños (al tener cocientes mayores, razón que impedía también la paradoja de la población) y que los escaños repartidos pueden numerarse (el primer escaño es el que se adjudica si sólo se repartiera 1; el segundo es, el otro que se adjudica si sólo se repartieran 2... el n-ésimo es de todos los escaños adjudicados el que no estaba cuando se repartían sólo n-1), por esta misma razón no puede darse la paradoja de Alabama. También se observa de este tipo de reparto que un partido que no se lleva ningún escaño no puede influir sobre el reparto, por lo que no se da la paradoja de las alternativas irrelevantes.


Otro tipo de reparto manual, con el mismo resultado, consistiría en colocar debajo de cada partido su número de votos (de momento sólo escribimos la primera fila) y seleccionamos la casilla con el número más grande, después de asignarle un escaño al partido correspondiente, dividimos sus votos entre 2 y miramos cual es el número más grande de los que hay ahora (si es la casilla de otro partido dividimos sus votos entre 2, si es el mismo partido dividimos entre 3), repitiendo el proceso hasta asignar todos los escaños. Es una forma de ahorrarse divisiones innecesarias, ya que una cantidad dividida entre otra es más grande que si se divide esa misma cantidad entre un divisor mayor, es decir, si no te corresponde un escaño por tus votos tampoco lo tendrás por la mitad o un tercio de ellos. Para resolver los empates entre casillas suele adjudicarse el escaño al partido más votado, o en caso de nuevo empate, se sortea de algún modo.


 Hasta aquí, todas las propiedades analizadas son comunes a todos los sistemas "del divisor", pero el método D'Hondt tiene alguna más. La más importante de todas es que otorga a cada escaño el mismo valor en votos, veamoslo:

La última casilla marcada, es decir, la de menor número dentro de todas las marcadas contiene lo que se denomina "la cifra distribuidora", ese número es el coste del escaño (de tal modo que se repartan todos y no falte ninguno). Observese que ese número es mayor que los no marcados y es el menor de los marcados, por lo que si se le otorga a cada escaño ese valor en votos, cada partido obtendrá los escaños que aparecen en el gráfico (lo que implica que se reparten exactamente los que se querían repartir), siendo los restos inferiores al coste de escaño.

Podemos comprobarlo en el ejemplo concreto que hemos puesto: el coste del escaño es de 93.333 votos, B obtiene 3 escaños (porque la casilla B3 tiene un tercio de los votos obtenidos por B), A obtiene otros 3 (no puede tener 4 porque entonces la "cifra distribuidora" habría sido la de la casilla A4 y no la B3, sin embargo como A tiene más votos que B sus cocientes son más grandes y debe tener al menos 3 escaños), por último C tiene 1 escaño, al ser un número mayor que 93.333, pero no puede tener 2, por que entonces la mitad debería ser mayor que 93.333 y sería la "cifra distribuidora". Por último, 340.000 = 93.333*3 + 61.000, 280.000 = 93.333*3 + 1 y 160.000= 93.333*1 + 66.667; es decir, 3 escaños para A, 3 para B y 1 para C, quedando los restos (61.000, 1, 66.667) menores que la "cifra distribuidora" -ya que el resto siempre es menor que el divisor- y los restos de los que no lograron escaño (60.000, 15.000) deben ser también menores, porque de otro modo serían superiores a la "cifra distribuidora" y estarían remarcados.

Este hecho tiene mayor trascendencia de lo que parece, puesto que el algoritmo descrito para repartir escaños por el método D'Hondt es factible en todos los casos, implica que siempre hay una "cifra distribuidora", o sea, siempre se puede encontrar un precio por escaño (igual para todos los escaños) tal que se repartan todos los escaños (ni uno más ni uno menos) y de tal modo que los restos sean inferiores al precio del escaño.

Además, no puede existir otro reparto distinto de escaños que cumpla la misma propiedad (equitatividad del coste de los escaños), porque si existiera llegaríamos a una contradicción:

Un reparto distinto de los escaños quiere decir que al menos un partido tiene algún escaño menos que con el otro sistema (si nadie tiene un escaño menos tampoco nadie puede tener un escaño más -ya que el total de los escaños repartidos ha de ser el mismo, o sea, la suma de los escaños de cada partido- y entonces el reparto de escaños sería el mismo) y al menos otro partido ha de tener algún escaño más (por el mismo razonamiento). Si el coste de escaños es 'X' con el método D'Hondt y 'Z' con el nuevo sistema de reparto, 'X' no puede ser igual a 'Z', porque habría producido el mismo reparto; si 'X' es menor que 'Z', tomemos uno de los partidos que tienen más escaños con el nuevo sistema y dividamoslo entre 'X', tiene que dar un cociente igual o mayor que dividido entre 'Z' y sin embargo hemos dicho que con D'Hondt ese partido tenía menos escaños, o sea, que daba menos dividido entre 'X', lo que implica contradicción. Se llega a una contradicción parecida si 'X' es mayor que 'Z', tomando un partido que tenga menos escaños con el nuevo sistema.

Hemos logrado con esto un método que nos otorga siempre un reparto de escaños (que existe y es único) con equitatividad del coste del escaño. Aunque la "cifra distribuidora" no es única, en realidad hay todo un intervalo dentro del cual vale cualquier número para que el reparto de escaños (que es lo que nos importa) sea el mismo. Un número más grande que los del intervalo nos daría un reparto en el que sobran escaños sin repartir y uno más pequeño haría que se repartiesen más escaños de los que hay. El intervalo es (k,m] donde k es la última cifra verde para repartir n+1 escaños (k o un número menor repartiría más de n escaños) y m la de repartir n escaños (un número mayor repartiría menos de n escaños), suele tomarse m como cifra distribuidora para simplificar los cálculos. En nuestro ejemplo el intervalo es (85.000, 93.333] y como puede verse un numero mayor de 93.333 le quitaría a B su tercer escaño y 85.000 o un número menor le daría a A el cuarto.

El algoritmo manual que he descrito (con sus dos variantes) nos proporciona una de las posibles "cifras distribuidoras" y el único reparto de escaños posible, pero hallar directamente una "cifra distribuidora" a base de elegir un número al azar y subirlo o bajarlo hasta entrar en el intervalo en el que se reparte el número exacto de escaños que queremos nos daría el mismo reparto y sería otra forma de implementar D'Hondt, un algoritmo mecánico, como el que he programado yo en código 'C', programa que estoy dispuesto a compartir con quien lo desee, muy útil para simulaciones por ordenador o conteo automático de escaños.

Debido a las propiedades de este sistema, muchos países lo han adoptado para sus elecciones legislativas, pero algunos de ello lo han "corregido" de múltiples formas, como es el caso de España que lo utiliza para las elecciones municipales, regionales, al congreso nacional y europeas. Por ello en la siguiente entrada trataré correcciones reales aplicadas a este sistema electoral.

domingo, 19 de febrero de 2012

Correcciones

Muchas veces a la hora de aplicar un sistema electoral se introducen correcciones o modificaciones para que el resultado sea diferente.

Las correciones son muy variadas y pueden consistir en: eliminar a los minoritarios, garantizarles algún puesto, favorecer al ganador, premiar el voto concentrado en una pequeña zona, castigarlo...

Son buenos ejemplos de correcciones las barreras, o sea, eliminar a todo el que no llegue a un mínimo, ya sea un porcentaje a nivel global o en una circunscripción, presencia relevante en varias circunscripciones, el requisito de haber logrado buen resultado en elecciones anteriores o una cantidad de firmas o de dinero para poder participar en las elecciones, límites de edad...

Más concretamente, en Kirguizistan se exige aprobar un examen de kirguís (lengua oficial), tener entre 35 y 65 años de edad, presentar 30.000 firmas de las cuales deben provenir al menos un 3% de cada uno de los ocho territorios del estado y pagar una fianza de mil veces el salario mínimo mensual que será devuelta sólo si se obtiene al menos 10% de los votos. Para las elecciones parlamentarias se exige a los partidos un aval de 15.000 dólares, que se devolveran si consiguen algún escaño, además hace falta un 0,5% de los votos en cada región y 5% en toda la nación.

También se pueden hacer correcciones en el sentido contrario, tomar un sistema mayoritario y modificarlo para representar a minorías, como es el caso del Senado español (más adelante analizaré detenidamente las listas abiertas) donde el partido mayoritario en cada circunscripción obtiene todos los escaños menos uno, que va para el segundo partido (salvo en Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma en las que hay un sólo escaño, para el partido ganador; y en Ceuta y Melilla donde hay dos escaños, ambos para el ganador), mientras que en un sistema mayoritario sin correcciones todos los escaños son para el ganador.

En Italia, para asegurar la mayoría absoluta, otorgan siempre al ganador el 55% de los escaños y reparten los demás de forma proporcional entre el resto (siempre que superen una barrera mínima del 4% en el Congreso y 8% en el Senado). Pero es mejor que lo explique el primer ministro italiano:


En España se ha modificado el sistema D'Hondt dividiendo la nación en 52 circunscripciones entre las cuales se dividen los 350 escaños con el método Hare y se aplica el sistema D'Hondt a cada circunscripción, con una barrera del 3% de los votos en cada una. De este modo se premia el voto concentrado en pocos distritos frente al voto disperso en muchos. Quiere decir esto que es preferible obtener el 30% de los votos en una provincia que 2,9% en todas ellas (que sería como no tener nada).

En cambio, otros sistemas penalizan la concentración del voto, como es el caso del sistema peruano; donde para no quedar fuera del congreso se requiere obtener 6 escaños en al menos 2 distritos distintos, o un 5% de los votos a nivel nacional. 

Como puede entenderse, las correcciones modifican el sistema electoral escogido, con lo que pueden perderse algunas de sus propiedades. Me centraré en la próxima entrada en el sistema electoral español, que he tocado aquí de pasada, para explicar por qué no ocurre lo que el sistema d'Hondt en anteriores entradas garantizaba.

sábado, 18 de febrero de 2012

Elección del Congreso español

Como he adelantado en entradas anteriores, se trata de un procedimiento complejo. En primer lugar se dividen los 350 escaños de los que se compone la cámara, asignando uno a Ceuta, otro a Melilla y dos a cada provincia inicialmente, para después repartir el resto (248) entre todas las provincias en función de su población, aplicando el método Hare. Este es el reparto para las elecciones de 2011:


Después se reparten los escaños de cada provincia, usando el método D'Hondt, entre los partidos que han superado el 3% de los votos válidos emitidos en cada una.

Puede entreverse ahora por qué esta elección no es proporcional, pese a usar un sistema como D'Hondt:
1. Existen varias circunscripciones o distritos entre los que se dividen los escaños.
2. Se reparten a priori una centena de escaños a las provincias de forma equitativa, no proporcional a la población.
3. Los demás escaños se reparten con un sistema "proporcional" corregido, Hare, que sobrerrepresenta a las provincias menos pobladas.
4. Existe una barrera en cada provincia del 3 % de los votos válidos emitidos en ella.

Todo ello modifica sensiblemente el resultado como puede observarse:

A la derecha figuran los escaños obtenidos realmente y a la izquierda los que se habrían logrado si cada escaño valiese lo mismo (66.040 votos).

Esto se debe fundamentalmente a la primera medida, la multiplicidad de circunscripciones, que actúa como una reducción de los escaños elegibles. Suponiendo que todas las provincias fueran igualmente pobladas y que cada partido tuviera sus votos equitativamente distribuidos en todas ellas, el resultado es el mismo que el de repartir proporcionalmente sólo los escaños que corresponden a cada provincia y luego multiplicar por el número de provincias, en vez de repartir proporcionalmente los escaños totales.

Para que se entienda mejor pondré un ejemplo ficticio:
El partido A obtiene 1.000.000 de votos, el B 900.000, el C 200.000, el D 50.000, el E 5.000....
Si se reparte un sólo escaño se lo llevará el más votado; si se reparten 3, serán 2 para A y 1 para B; si se reparten 11, el reparto quedará en 5, 5 y 1 (ya entra C); para que entrase D se necesitarían 43 escaños; 431 para que entrase E... La proporcionalidad aumenta al aumentar el número de escaños a repartir (repartir un sólo escaño o tantos como votos haya, son casos extremos que nos llevan a un sistema mayoritario estricto donde sólo tiene escaño el más votado o a un sistema de proporción total).

Repartir 600 escaños pero en 200 distritos (suponiendo que estén igual de poblados y el voto de cada partido igualmente distribuido en ellos) supondría repartir 3 escaños 200 veces, es decir, 400 (200 X 2) para A y 200 (200 X 1) para B. Como puede verse, la existencia de circunscripciones reduce la proporción, como si el número de escaños a repartir fuera en realidad menor.

En el caso español, se reparten 350 escaños en 52 circunscripciones, por lo que se reparten casi 7 escaños de media. Con el ejemplo anterior de voto igualmente distribuido y circunscripciones igualmente pobladas, el resultado sería 4/7 de los escaños para PP y 3/7 para PSOE, es decir, 200 y 150 respectivamente.

Si el resultado no ha sido así es porque no se cumplen esas dos hipótesis. Existen en España provincias muy pobladas, como Madrid o Barcelona que reparten más de 30 escaños mientras otras muchas reparten menos de 5. Gracias a las grandes circunscripciones se logra ganar un poco de proporcionalidad, porque ya empiezan a conseguir escaños los terceros y cuartos partidos.

Aquí es donde entran en juego los puntos 2 y 3. Para impedir que haya provincias con muchos escaños y otras con muy pocos, se sobrerrepresenta a las menos pobladas, quitandole bastantes escaños a unas pocas y dandole uno o dos escaños más a muchas, cosa que empeora la proprocionalidad de los partidos, ya que 4 escaños suelen ser tan pocos como 2 para que aparezcan más partidos en el reparto, mientras bajar de 45 a 35 escaños supone realmente una pérdida para los minoritarios.

Por último, en aquellas circunscripciones que después de todo pasan de 30 escaños, la barrera del 3% impide que los partidos más pequeños accedan al reparto de los mismos, por muy proporcional que sea luego la distribución entre los que pasen la barrera.

Se comprende bien ahora cómo el reparto proporcional de unos pocos escaños no arroja un resultado similar al reparto proporcional de 350 escaños (que sería el equivalente a usar D'Hondt en circunscripción única y sin la barrera del 3% mínimo). Es decir, un sistema proporcional puede dejar de serlo al aplicarle suficientes correcciones.

En el caso español han salido perjudicados: PACMA (-100%), PA (-100%), Eb (-100%), EQUO (-100%), UPyD (-70,59%) e IU (-56%).
Y beneficiados: G-Bai (+%), EAJ-PNV (+25%), AMAIUR (+40%), CiU (+6,66%), PSOE (+4,76%) y PP (+13,41%).

Como se apreciaba intuitivamente, han salido perdiendo los pequeños y medianos partidos que tienen su voto disperso por toda España, se han mantenido los partidos pequeños con el voto concentrado en una zona y han salido beneficiados los dos grandes partidos españoles y sobre todo los medianos partidos con el voto concentrado en una zona o los partidos minúsculos pero que tienen su voto aún más concentrado (como es el caso de G-Bai que cuenta sólo con el 0,17% de los votos pero todos ellos en la poco poblada Navarra).
El motivo por el que CiU no está excesivamente sobrerrepresentado es porque una de las 4 provincias en las que acumula sus votos es la inmensa Barcelona (la segunda más poblada, con 31 escaños), en la que el reparto de escaños es bastante proporcional.

Si considerasemos CiU como un partido en Barcelona y otro distinto en las otras provincias habría sacado:
305.040 votos y 7 escaños en Lérida, Tarragona y Gerona, mereciendo 4 (+75%).
709.223 votos y 9 escaños en Barcelona, mereciendo 11 (-18,18%).

Es decir, el sistema electoral español no sólo beneficia a los dos grandes partidos, sino también a los partidos que concentran su voto en una región (sobre todo si es pequeña), en detrimento de todos los demás partidos.

viernes, 17 de febrero de 2012

Bolsa de restos

En algunas ocasiones se han propuesto sistemas electorales supuestamente equivalentes al reparto equitativo puro (en el que todo escaño vale la misma cantidad de votos), con la intención de cumplir alguna propiedad más, como puede ser el hecho de representar también a los territorios (implantando varias circunscripciones) o elegir a una sola persona y no a varias (haciendo que dichas circunscripciones sean uninominales).

Un sistema mixto, en que se elijan parte de los representantes en varios distritos y parte a nivel global,  evidentemente no cumple la propiedad buscada de proporcionalidad. Basta ver como, después de hacer el reparto global, añadir los escaños procedentes de los distritos distorsiona la proporción (incluso hacer dos veces el reparto global, duplicando los escaños, ya hemos visto en la entrada anterior que perjudica la proporción también reduciéndola a la que se obtendría con una cámara con la mitad de escaños). 

Uno de estos sistemas que pretende ser proporcional es una modificación del sistema anterior añadiendo una "bolsa de restos". Consiste en tomar los restos de cada partido en todos los distritos (la suma de los votos que han sobrado tras el reparto de escaños) y usar ese número de votos como la cifra que llevará cada partido al distrito global (en vez acudir al distrito global con todos los votos) en el que se repartirán los demás escaños.

Sin embargo, este sistema no otorga el mismo valor a cada escaño, aunque pudiera parecerlo a priori. Basta suponer que tenemos dos distritos (J y K) para construir un ejemplo en el que no se cumple:

Se reparten 6 escaños en el distrito J y 4 en el distrito K, después se asignarán 10 más a nivel global en función de los restos. Se han presentado 4 partidos (A, B, C y D).

D’Hondt
Votos
8000 
4300
5200 
6100
Escaños 
1
2
Resto
1900 
1250
2150
D’Hondt A B C D
Votos 800 610 520
430 
Escaños 1 1 1 1
Resto 370 180 90 0

 El escaño ha valido 3050 votos en J y 430 en K. Ahora vamos con los restos.
 
D’Hondt A B C D
Votos 2270 1430 2240 0
Escaños 4 2 4 0
Resto 30 310 0 0

En esta ocasión el escaño vale 560 votos. Al final los escaños han quedado así:
A: 2+1+4 = 7
B: 1+1+2 = 4
C: 1+1+4 = 6
D: 2+1+0 = 3

Mientras que un reparto equitativo (el escaño vale 1227 votos) dejaría el siguiente resultado:

D’Hondt A B C D
Votos 8800 4910 5720 6530
Escaños 7 4 4 5
Resto 211 2 812 395

Creo que se percibe bien la desproporción que supondría otorgarle a C el doble de escaños que a D, teniendo menos votos. La desproporción se debe a que hay X+1 precios del escaño (X es el número de distritos) en vez de un precio único. Se puede afinar la "aproximación" tomando en todos los distritos un valor único del escaño, el menor de los valores de todos los distritos. Repetiremos el  reparto anterior tomando 430 como valor del escaño en J y en K.

D’Hondt
Votos
8000 
4300
5200 
6100
Escaños 
1
2
Resto
7140 
3870
4770
5240 
D’Hondt A B C D
Votos 800 610 520
430 
Escaños 1 1 1 1
Resto 370 180 90 0

Ahora repartimos 10 escaños con los nuevos restos.
 
D’Hondt A B C D
Votos 7510 4050 4860 5240
Escaños 4 2 2 2
Resto 2 296 1106 1486

En esta ocasión el escaño vale 1877 votos. Al final los escaños han quedado así:
A: 2+1+4 = 7
B: 1+1+2 = 4
C: 1+1+2 = 4
D: 2+1+2 = 5

Este reparto se aproxima más (en este caso coincide) al resultado buscado que el anterior, debido a que sólo usamos 2 precios distintos para el escaño en vez de X+1 lo que distorsiona menos la proporción (y eso que en el ejemplo X+1 es 3 tan sólo).

Este caso especial y mejorado de la "bolsa de restos" tampoco coincide necesariamente con un reparto equitativo. Vamos a ver un nuevo ejemplo sobre la bolsa de restos, para constatarlo. Tomaremos 3 partidos (A, B y C) y 2 distritos (J y K).

D’Hondt
Votos
20 
5    
10 
Escaños 
0  
0
Resto
5  
10
D’Hondt A B C
Votos 2002 2002 1000
Escaños 2 2 0
Resto 0 0 1000

Hasta ahora A ha obtenido 3 escaños y B 2. En J el escaño vale 20 votos y en K vale 1001.

Veamos los que obtienen gracias a la bolsa de restos (suponemos que en el distrito global se reparten 5 escaños, tantos como la suma de los dos distritos):

D’Hondt A B C
Votos 0 5 1010
Escaños 0 0 5
Resto 0 5 0

Veamos también el reparto de los restos asignando a los escaños un valor de 20 votos en J y K (caso mejorado de la bolsa de restos).

D’Hondt A B C
Votos 1962 1967 1010
Escaños 2 2 1
Resto 0 5 29

Y por último, el reparto de 10 escaños en un sólo distrito (el caso equitativo en que cada escaño vale 501 votos):

D’Hondt A B C
Votos 2022 2007 1010
Escaños 4 4 2
Resto 18 3 8

Comparemos los tres repartos:

Escaños A B C
Bolsa de restos 3 2 5
Bolsa mejorada 5 4 1
Reparto equitativo 4 4 2
Votos recibidos 2022 2007 1010

Como puede observarse, ni con la mejora aplicada a la bolsa de restos (tomar 2 precios distintos del escaño en vez de X+1) se logra imitar el reparto equitativo, aunque resulta más desproporcionado aún el reparto con 3 precios distintos para el escaño. En la siguiente entrada seguiremos analizando sistemas electorales supuestamente equivalentes al reparto equitativo puro, que engañan a la intuición incluso más que el de la bolsa de restos.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El sistema alemán

Otra de las soluciones que pretende ser un reparto proporcional puro esta basada en el sistema electoral alemán.

En Alemania realmente no hay una circunscripción nacional, sino 16 estados, y se utiliza Hare para repartir los escaños, además de contar con una barrera electoral del 5% de los votos a nivel nacional. Pero la idea novedosa que supone su sistema electoral es la de asignar la mitad de los escaños de cada estado (X/2) en distritos uninominales y calcular luego los escaños que corresponden a cada partido en el estado, como si el primer reparto no hubiera tenido lugar (es decir se reparten X escaños). Después de este cálculo se descuentan los escaños obtenidos en los distritos uninominales. De este modo se logra que la mitad de los diputados del parlamento sean los vencedores de cada distrito y la otra mitad sean integrantes de las listas elaboradas por los partidos, que rellenan los demás escaños conseguidos por cada partido en el estado, pero al mismo tiempo los escaños totales de cada partido en cada estado son los mismos que si el reparto en los distritos uninominales no hubiera existido.

Los alemanes cuentan con dos votos, uno para el candidato de su preferencia en su distrito y otro para el partido que elijan. Esta es una de esas papeletas:


Extrapolando este sistema a uno donde cada escaño valga los mismos votos (D'Hondt aplicado en circunscripción única y sin barreras electorales) se debería lograr el mismo resultado en escaños y además lograr la representación de pequeños territorios mediante la persona vencedora en ellos. En este sentido se han presentado propuestas en España como la de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, que consiste en dividir la región autónoma en 43 distritos:


Se asignarían escaños a los ganadores de cada uno de los distritos y los otros 86 escaños (para completar la Asamblea de 129 diputados) se repartirían de modo que el resultado fuera el mismo que el de aplicar directamente la ley D'Hondt en toda la región (con una barrera del 5%), que es como se hace ahora. Estos son los cálculos de como habría quedado la Asamblea en las elecciones regionales de 2011 y de 1991:


A priori todo cuadra a la perfección, el mismo resultado en ambos casos. Pero este sistema permite una trampa o truco que no permite el actual reparto y es el de presentar a los candidatos de los distritos como independientes o agrupados bajo un partido distinto del partido que se presenta en toda la región.

Por ejemplo, el PP podía haber presentado en 2011 a esos 41 ganadores de los distritos bajo las siglas PQ (el primer voto de la papeleta) y presentarse como PP en la región (el segundo voto) de tal modo que al hacerse el reparto proporcional al PP le corresponderían 72 escaños (a los que no habría que restar ninguno por no obtener el PP ningún escaño en los distritos) y PQ habría obtenido 0 escaños a nivel global, pero 41 en los distritos. En Alemania cuando ocurre algo así, que un partido consigue más escaños en los distritos de los que globalmente le corresponden, le permiten quedarse con ellos ampliándose el Parlamento. Por lo que el parlamento habría quedado con este sistema (suponiendo que el PSOE hubiera hecho lo mismo) con 172 escaños (PP 113, PSOE 38, IU 13 y UPyD 8). Como puede observarse, el PP obtiene mayor porcentaje de los escaños en la asamblea que antes (PP 55,81%->65,7%, PSOE 27,91%->22,09%, IU 10,08%->7,56%, UPyD 6,2%->4,65%) por lo que de implantar este sistema podría beneficiarse e incluso mantener la mayoría absoluta en elecciones posteriores aunque sus votos bajaran.

Este sistema electoral, inspirado en el alemán parece perfecto a priori, porque para empezar a utilizar sus fallos hace falta haberlo implantado primero. Como puede observarse, se puede convertir fácilmente en el sistema mixto que describí al principio de la entrada anterior, sólo hace falta para que degenere en él, que un partido empiece a utilizar el truco. Se puede evitar esto sustituyendo el voto doble de la papeleta por uno simple, es decir, que los electores voten al candidato que prefieran en su distrito y que el partido que presenta al candidato reciba automáticamente el segundo voto (y todavía cabría la posibilidad de que algún partido fuese el más votado en un distrito sin corresponderle ningún escaño a nivel global). La papeleta alemana quedaría así:


Sin embargo, este sistema no es muy distinto de la lista cerrada y bloqueada que presenta cada partido ahora, en vez de una lista con 129 candidatos sería una lista con 86 y 43 candidatos en cada distrito que saldrán elegidos si el partido resulta mayoritario en cada uno de ellos. Es decir, el elector no gana más poder de decisión. En cambio, si en el sistema electoral madrileño actual se desbloquearan las listas (se permitiera votar dentro de la lista de un partido al candidato que se prefiera y ocuparan los escaños correspondientes al partido los más votados de la lista en vez de los situados al principio de la misma) si que se daría mayor poder de decisión al ciudadano sin destruir la proporcionalidad. Y entrar en la asamblea o quedarse fuera no dependería del lugar que ocupa el candidato en la lista ni si es el candidato oficial del partido asignado a un distrito donde el partido gana, sino del apoyo recibido por los votantes de su partido.

martes, 14 de febrero de 2012

Listas abiertas

En entradas anteriores he explicado el sistema electoral del Congreso español, es parecido el de las elecciones locales (pero en circunscripción única y barrera del 5%), regionales (donde cada Comunidad Autónoma fija su barrera porcentual mínima y donde las circunscripciones son las provincias, salvo en Asturias que se divide en 3, en Murcia que se divide en 5 y en los archipiélagos donde las circunscripciones son las islas) y europeas (donde se reparten los escaños asignados a España, fueron 50 en las elecciones de 2009, en circunscripción única y sin barrera electoral). En todos los casos las listas son bloqueadas y se usa Hare para repartir los escaños entre las circunscripciones (si hay más de una), después de dar un mínimo inicial a cada una y D'Hondt para repartir los escaños entre los partidos en cada circunscripción.

En cambio, el Senado español utiliza un sistema electoral completamente distinto al de las 4 elecciones descritas. Se reparte 1 escaño en la agrupación de Ibiza y Formentera y en cada una de las islas pequeñas (Menorca, la Palma, el Hierro, la Gomera, Fuerteventura y Lanzarote), 2 escaños en cada una de las Ciudades Autónomas (Ceuta y Melilla), 3 escaños en cada una de las islas grandes (Gran Canaria, Tenerife y Mallorca) y 4 escaños en cada provincia peninsular. Se llevan los escaños de cada circunscripción los candidatos más votados en la misma.

Para la votación de candidatos en cada circunscripción se utilizan listas abiertas, es decir, el elector puede votar a los candidatos de su preferencia sin importar su partido (en la práctica es como si todos los candidatos se presentaran por libre), dispone de tantos votos como escaños se repartan en su circunscripción electoral (en el caso de que sean 1 ó 2) o uno menos (en caso de que sean 3 ó 4) para permitir que una opción minoritaria obtenga representación.

En general, en una votación en que se han de elegir varios candidatos, las listas pueden ser bloqueadas, desbloqueadas o abiertas. Son bloqueadas cuando el votante debe elegir una de las listas de candidatos presentadas, sin poder alterar la composición de la lista ni el orden de los candidatos; son desbloqueadas cuando el votante debe elegir una lista pero puede alterar el orden de elección de los candidatos (votando a uno o varios de ellos u otorgando votos negativos a los que le disgusten) y son abiertas cuando el votante debe elegir un número de candidatos sin importar en qué lista esté cada uno o en qué orden. Los dos primeros tipos reciben el nombre genérico de listas cerradas (al no ser abiertas).

Las listas abiertas o elección independiente de los candidatos cobra sentido (incluso es el único sistema posible) cuando los candidatos son independientes unos de otros y no tiene sentido su agrupación por la naturaleza de los cargos en elección (los jueces de un tribunal, los 5 mejores economistas de la historia, Miss o Mister Universo, candidatos a diputados en unas primarias salvo que se trate de una coalición de partidos donde realmente haya corrientes diferenciadas, el concurso de Eurovisión...), pero en el caso de que los candidatos semejantes (los que tengan el mismo programa electoral, por ejemplo) deban agruparse para no obstaculizarse entre ellos, las listas abiertas pierden el sentido. Una vez que el elector se ha decantado por un programa (o conjunto de ideas) frente a otros, no tiene mucho sentido que pueda elegir a un defensor de esas ideas y otros en desacuerdo con ellas. En este sentido, parecen más lógicas las listas desbloqueadas, para seleccionar favoritos dentro del grupo elegido.

El motivo principal por el que suelen adoptarse las listas abiertas es porque permiten implantar un sistema mayoritario (no proporcional) que goce de la simpatía de los votantes. Si, tras la votación, se toman los candidatos independientemente unos de otros y se consideran elegidos los más votados (como es el caso del Senado español) el sistema es claramente mayoritario (en este caso, corregido en Tenerife, Gran Canaria, Mallorca y las provincias peninsulares para que el segundo partido también obtenga un escaño) donde reciben los escaños los candidatos del partido mayoritario.

Los resultados de las elecciones al Senado confirman lo dicho anteriormente, una vez que el votante ha elegido un partido, ideología y programa ante otros, vota a candidatos de ese partido, todos los candidatos que puede (salvo enemistad con alguno de ellos); por lo que en las provincias peninsulares, por ejemplo, el votante de un partido mayoritario votará a los 3 candidatos que presenta el partido (no presentan más por miedo a que los votos se dispersen demasiado) y supone (salvo casos muy raros) que el partido más votado en las elecciones al Congreso (siempre se han celebrado a la vez) recibe 3 escaños en el Senado y el segundo partido recibe 1 (sale elegido el más carismático de los 3 candidatos). Del mismo modo ocurre en Tenerife, Gran Canaria y Mallorca donde el primer y el segundo partido se llevan 2 y 1 escaños respectivamente y en las demás circunscripciones el ganador se lleva todos los escaños.


Los partidos minoritarios, conscientes de que no llegarán a ser el partido más votado, suelen presentar 1 candidato al Senado en las provincias peninsulares (en raras ocasiones 2) con la esperanza de que algunos votantes usen sus 3 votos en 3 candidaturas minoritarias distintas, por si la suma de los votantes de varios partidos logra superar a los del segundo partido y pueden llevarse alguno de ellos el cuarto escaño.

Un ejemplo a medias de esta estrategia es la del pacto tripartito Entesa Catalana de Progrés, compuesto por PSC, ICV y EUiA en las elecciones de 2011 y PSC, ICV y ERC en las elecciones de 2008, cada uno de los partidos aporta un candidato con la intención de que la suma de los votos de todos ellos les convierta en los más votados (superando a CiU) y puedan llevarse los 3 escaños (1 para cada partido) en vez de competir entre ellos por el segundo puesto y llevarse 1.

Existe también una tercera posibilidad, en vez de ir a por mayorías (con 3 candidatos) o a por minorías (con 1), consiste en intentar el pleno (llevarse los 4). Para que ese entienda bien esta táctica pondré un ejemplo:

(Llamo a los partidos A,B,C... y a los candidatos de A a1, a2, a3... a los de B b1, b2...)

a1: 20.000 votos
a2: 20.000
a3: 20.000
b1: 4.500

b2: 4.489
b3: 4.459
c1: 1.321
..............................................

Resulta que a1, a2, a3 y b1 son los 4 senadores (3 de A y 1 de B). En cambio, si A presenta 4 candidatos y los 20.000 votantes de A se organizan, pueden hacer esto:

5.000 votan a a1, a2 y a3; 5.000 a a1, a2 y a4; 5.000 a a1, a3 y a4; y 5.000 a a2, a3 y a4.

Nuevo resultado:
a1: 15.000 votos
a2: 15.000
a3: 15.000
a4: 15.000

b1: 4.500
b2: 4.489
b3: 4.459
c1: 1.321
..............................................

Por lo que A consigue 4 senadores. Una forma de dividir a los votantes en 4 grupos es por el orden alfabético de sus apellidos (a-f, g-l, m-q, r-z). Como se puede observar, los 4 candidatos se llevan 3/4 de los votos del total de votantes de ese partido, si ese total es más que 4/3 de los votos del segundo partido (33% más que este) se logran los 4 escaños.

Tras hacer los cálculos sobre las elecciones de 2011, veo que no es factible en Asturias, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada, Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Gerona, Tarragona, Lérida y Barcelona. En todas las demás el Partido Popular podía haber obtenido el cuarto escaño contando sólo con sus votos. Además, en Gran Canaria, Tenerife y Mallorca, donde se reparten 3 escaños, al tener el PP más de 3/2 de los votos del segundo partido (50% más), podía acceder también al tercer senador. En total serían 37 senadores para el PP que perdería el PSOE.

Por otro lado, en Asturias, el PP podría haberle dado el cuarto senador al FAC (los votos de PP y FAC sí que son suficientes), además de que en las elecciones al Congreso, PP y FAC en coalición habrían obtenido 5 escaños (en vez de 3+1, le quitarían ese quinto escaño al PSOE) por lo que les compensaría ayudarse a conseguir un diputado más para PP y un senador más para FAC.

En Granada el PP podría darle el último senador a IU, si hubiera querido agrandar la derrota del PSOE. Además, en Sevilla IU podría haber votado al PP, convirtiéndolo en el más votado en el Senado (3 senadores en vez de 1) para obligar al PSOE en las próximas elecciones a coaligarse con ellos, para recibir 2 escaños PSOE (en vez de 1) y 1 para IU. También le habría bastado a PP con los votos de UPyD para convertirse en mayoritario en Sevilla.

En las provincias catalanas, CiU + PP habrían ganado holgadamente, yendo 8 escaños para CiU y 4 para PP (otros 4 para Entesa). Pero si CiU se niega a coaligarse con PP, pueden los votantes de este último castigar esto votando a Entesa (con lo que CiU se habría quedado con 4 escaños en toda Cataluña y a las siguientes elecciones se vería obligado a pactar con PP).

En las provincias vascas está el caso más raro:
Una alianza entre PNV y PP habría supuesto que el PP le arrebataría al PSOE su escaño en Vizcaya y el PNV al PSOE su escaño en Álava, además de que PNV+PP habrían ganado en Guipuzcoa (PNV pasaría de 1 a 2 escaños y PP de 0 a 1) y Amaiur perdería 2.

Pero una alianza PP+PSOE también habría tenido sus frutos, siendo la primera fuerza en Vizcaya (PSOE pasaría de 1 a 2 y PP de 0 a 1) y PNV perdería 2. En Guipuzcoa no desbancarían a Amaiur pero le quitarían al PNV su escaño, que iría tal vez para el PSOE. Y en Álava se mantendría la situación actual.

Por último, en las islas menores de canarias podrían pasar cosas raras (en las de Baleares estaba todo decidido), por ejemplo el PP podría lograr que el escaño del Hierro pasase al PSOE (lo obtuvo CC), chantajeando a CC para que la próxima vez (a cambio de asegurar su escaño en Hierro) ayuden al PP a desbancar al PSOE en la Gomera.

Pero una alianza PSOE+CC sería lo más productivo para ambos partidos, que crecerían a costa del PP: en La Palma y Lanzarote ganaría PSOE y en Fuerteventura ganaría CC, logrando además uno de los escaños por Tenerife.

Todo esto puede parecer rocambolesco y desde luego no se hace actualmente por la dificultad de explicar el truco a los votantes, el escaso beneficio (un senador en cada circunscripción en que se haga, siendo el Senado una cámara de escaso poder) y el deterioro de la imagen pública del partido que comience estas prácticas; sin embargo, se hizo en España durante el periodo de la Segunda República.

Una forma de evitar que las listas abiertas se conviertan en un sistema mayoritario es tener en cuenta la lista a la que pertenecen los candidatos durante el recuento para hacer un reparto proporcional a los votos de cada lista (la suma de los votos de todos los integrantes de ella), adjudicando luego los escaños de cada lista a los más votados de la misma, lo que sería en la práctica un sistema de listas desbloqueadas.

Debo recuperar ahora la idea del último párrafo de la entrada anterior, si el elector vota al candidato que desee de la lista que quiera y se hace el reparto de escaños a cada lista con D'Hondt, en circunscripción única y sin barreras electorales, tenemos como consecuencia un sistema exactamente igual de proporcional que el reparto equitativo puro (efectivamente cada escaño, desde el primero hasta el último, le ha costado lo mismo a cada partido) combinado con la posibilidad de votar al candidato preferido alterando el orden de la lista; es decir, los más votados y no los primeros de la lista, son los que obtienen los escaños del partido. En este caso el votante de un partido puede elegir entre muchos, mientras que en el Senado elige 3 de 3, 2 de 2 ó 1 de1, es decir, no elige.


En la siguiente entrada veremos otra forma de mejorar este sistema.

lunes, 13 de febrero de 2012

Ley de lemas

Se conoce con este nombre al sistema electoral que permite la competencia a varios niveles (lemas y sublemas). Cada agrupación o coalición que concurre a las elecciones es un lema y cada facción o subconjunto dentro de esta es un sublema. Tras asignar escaños a los lemas, se reparten dentro de cada uno de estos entre los sublemas que los conforman.

En las elecciones presidenciales hondureñas se ha usado este sistema en el pasado: los candidatos del mismo partido formaban parte del mismo lema y los votos recibidos por todos ellos se sumaban, después, el candidato más votado del lema ganador obtenía la presidencia (sin importar que candidatos de otros partidos tuvieran más votos que él por haber presentado menos candidatos y haber dividido menos el voto). Este sistema permitía celebrar al mismo tiempo las elecciones y las primarias, produciendo además que estas fueran abiertas a todos los votantes del partido en vez de reservarse a afiliados.

Del mismo modo se puede utilizar este sistema en unas elecciones parlamentarias, para entenderlo mejor pondré un ejemplo práctico:

Se presentan a las elecciones las agrupaciones A (que se compone de las facciones A1 y A2), B (B1, B2, B3 y B4), C (C1) y D (D1 y D2).

A1 = 5000 votos
A2 = 3500
B1 = 500
B2 = 900
B3 = 800
B4 = 1500
C1 = 2001
D1 = 920
D2 = 1080

Las agrupaciones han obtenido:

A = 8500 votos
B = 3700
C = 2001
D = 2000

Su poniendo que se repartan 15 escaños aplicando D'Hondt, los resultados habrían sido A 8 escaños, B 3, C 2 y D 2. Aplicando nuevamente D'Hondt para repartir los escaños de cada lema entre los sublemas queda A1 5, A2 3, B1 0, B2 1, B3 1, B4 1, C1 2, D1 1 y D2 1.

La ley de lemas puede hacerse más compleja, permitiendo las coaliciones de coaliciones o las facciones de facciones (supongamos que A1 se divide en A1.1 y A1.2...).

Aplicando la ley de lemas al sistema descrito al final de la entrada anterior se pueden repartir los escaños de cada partido proporcionalmente entre las diferentes facciones que lo integren en vez de asignarse directamente a los candidatos más votados (como dije antes, se puede repetir este sistema creando conjuntos de conjuntos tantas veces como sean necesarias o permita la legislación), se entiende que los votos de cada facción serían la suma de los votos de los candidatos que la integran. Cuando se haya llegado a la última subdivisión, se otorgan los escaños correspondientes a la misma a los candidatos más votados de ella.

jueves, 9 de febrero de 2012

Elección presidencial

Aunque pueda parecer un problema trivial la elección de un sólo cargo, al no entrañar la dificultad de trasladar las proporciones, no es así.

Hemos visto al principio del blog cómo en los Estados Unidos puede ostentar la presidencia el segundo candidato más votado a costa del que ha obtenido más de la mitad de los votos, debido a los múltiples distritos.

Una forma de impedir esto podría ser la elección directa del Presidente, por parte del pueblo, sin que medien los delegados de distrito. Sin embargo, si hay más de 2 candidatos, surge un problema: ¿Que ocurre cuando ninguno obtiene más de la mitad de los votos? ¿Debe proclamarse vencedor al más votado? ¿Debe permitirse a los candidatos pactar entre ellos tras las elecciones para transferirse votos? El problema de proclamar vencedor al candidato más votado es que puede ocurrir que alguien (A) con el 15% de los votos, por ejemplo, cuente con la oposición del 85% que consideren a este candidato como el peor de los posibles. ¿Debería haber adivinado ese 85% de votantes cual iba a ser la opción más votada a parte de A para apoyarla y no desperdiciar votos apoyando terceras opciones? En este caso la ley de lemas descrita en la entrada anterior no resuelve el problema, pues puede haber más de 2 lemas y no llegar ninguno a la mitad de los votos.

Una de las posibles alternativas es el voto indirecto (mediante delegados) pero con un sistema proporcional en vez de utilizar distritos. El nuevo problema es que, siendo una votación indirecta, puede ocurrir que no todos los votantes de un partido estén de acuerdo en el orden de preferencias para traspasar sus votos a los candidatos de otro partido.

Pongamos por ejemplo que A obtiene el 40% de los votos, B el 35% y C el 25%. C tendría ahora la posibilidad de elegir entre A y B. Aún suponiendo que tome la decisión contentando a la mayoría de sus votantes, cabe la posibilidad de que el 55% de estos prefiera a B y el 45% a A, ¿debe gobernar B? Observese que si el reparto de los delegados (supongamos que C dispone de 2.500 de un total de 10.000) es proporcional al gusto de los votantes de C, irían 1.125 para A y 1.375 para B, es decir, A reuniría 5.125 delegados frente a los 4.875 de B.

Se puede evitar que los votantes se sientan traicionados por los delegados del partido que votaron, si previamente este hace público su orden de preferencias respecto de los demás candidatos. Es lo mismo que si se prescinde de los delegados y los candidatos anuncian previamente a quien apoyarán de no ser ellos uno de los más votados. Sin embargo, puede ocurrir que alguien prefiera al candidato C sobre los otros, pero prefiera a A sobre B. ¿Debe votar a C con el deseo de que gane las elecciones o a A temiendo que C quede en tercer lugar y le entregue sus votos a B?

Otra de las alternativas es el método de Condorcet, donde cada votante ordena a los candidatos en función de sus preferencias. Hecho esto, se comparan los candidatos de dos en dos y en el caso de que uno de ellos gane a los demás en cada confrontación es proclamado Presidente. El problema es que este sistema no siempre da un ganador, puede ocurrir que los votantes prefieran a A sobre B, a B sobre C y a C sobre A.

Se puede reformar este sistema para que otorgue siempre un ganador, confrontando candidatos al azar y eliminado al perdedor hasta que sólo quede uno. El nuevo problema es que este sistema depende del orden en el que se tomen los candidatos y, por tanto, del azar. Para entenderlo mejor lo aplicaré al ejemplo anterior: A vence a B, tomamos C, que derrota a A, por lo que C es el ganador. Pero si en vez de empezar con A y B, empezamos con B y C, queda eliminado C y A derrota a B, por lo que el ganador es A. Del mismo modo, si hubiésemos empezado con A y C, ganaría B.

También se podría confrontar a todos los candidatos de dos en dos y proclamar vencedor al que más confrontaciones haya ganado, pero además de producir empates fácilmente existe el contratiempo de que no se tiene en cuenta si las victorias han sido por muchos votos o por pocos, con lo que un candidato un poco más querido que otros tres, puede pasar por delante de otro mucho más querido que él.

Otra idea parecida es el recuento Borda, donde también se ordenan los candidatos por preferencia y se otorgan 0 puntos al último, 1 al penúltimo... y el máximo al primero. Se declara vencedor al que más puntos tiene. Este sistema trata de conseguir que el ganador sea un candidato que no caiga excesivamente mal a nadie aunque no emocione a ninguno. El gran problema de este sistema es que trata de medir lo incuantificable, pues es posible que unos den gran preferencia al segundo sobre el tercero y otros le den una importancia mínima, podría ser que un candidato sea odiado por los que lo han puesto en último lugar mientras los que le han puesto en primero sienten una ligera preferencia por él.

Una variante de esto permite puntuar a los candidatos presentados del 0 al 10, de modo que cada elector pueda transmitir no sólo su preferencia sino la cuantía de la misma, cuanto prefiere a uno sobre otro. El problema es que requeriría de una sinceridad plena de todos los votantes, es decir, existe la posibilidad de que alguien sienta una ligera preferencia por el candidato A sobre el B pero le ponga un 10 al primero y un 0 al otro, a fin de asegurarse la elección de su preferido, cuando realmente debería ponerles un 5 y un 4.

La última alternativa que mencionaré es la más común, añadir más vueltas a la elección presidencial. Volvamos al ejemplo en que A obtiene el 40% de los votos, B el 35% y C el 25%. En esta situación se puede hacer una segunda votación con los 2 más votados para permitir que los votantes de C se decanten por alguno de ellos. Esto es lo que se conoce como sistema a 2 vueltas, que impide que el candidato más odiado acceda a la presidencia como sucedía en el primer ejemplo. Sin embargo, he aquí un caso real de un sistema a 2 vueltas, la elección presidencial en Perú:


Ollanta Humala obtuvo 4.643.064 votos, Keiko Fujimori 3.449.595, Pedro Pablo Kuczynski 2.711.450, Alejandro Toledo 2.289.561 y Luis Castañeda Lossio 1.440.143. De estos 5 candidatos (los demás obtuvieron resultados casi simbólicos), los 3 últimos son muy parecidos entre sí, mientras que los 2 primeros son los extremos políticos. Así, los peruanos tuvieron que elegir en segunda vuelta ente un extremo u otro y se decantaron por Humala (7.937.704 votos) frente a Fujimori (7.490.647). Con lo que obtuvo la presidencia el segundo más odiado de todos los candidatos.

Para impedir esto se pueden hacer 3 vueltas, en el caso anterior habrían pasado los 3 más votados a la segunda vuelta y, presumiblemente, Humala y Kuczynski (quien recibiría los votos de los eliminados) a la tercera, por lo que el presidente sería Kuczynski, un resultado más acorde a los deseos peruanos.

Nuevamente, puede repetirse el problema anterior con 3 candidatos (supongamos que los 3 más votados son un fanático religioso, un candidato que propone eliminar a los ancianos y otro que propone vender el país en una subasta), por lo que se podría añadir una cuarta vuelta... y así indefinidamente.

La forma de realizar todas las vueltas necesarias en un sola votación es el denominado voto preferencial transferible. Este procedimiento es parecido al de Conorcet (o al recuento Borda), consiste en que el elector ordene los candidatos en función de sus preferencias (el que votaría en primer lugar, el que votaría si no estuviese este...). A la hora del recuento se mira solamente la primera opción de cada elector (en principio) y se elimina al candidato menos votado, con las mismas papeletas se reinicia el recuento (como si de una segunda vuelta se tratara) mirando la segunda opción en aquellas papeletas en las que la primera es el candidato eliminado, hecho esto se elimina nuevamente al menos votado y se va repitiendo el proceso descrito hasta que sólo quede un candidato (o hasta que uno de ellos supere la mitad de los votos).

Esto proceso no sólo supone una votación con todas las vueltas necesarias celebradas simultáneamente, también es una mejora de uno de los sistemas que mencioné al principio en que los candidatos decían desde el principio a quien entregarían sus votos (en este caso no es necesario que los candidatos se pronuncien), sólo que ahora el votante no tiene que elegir entre los órdenes de preferencias de los candidatos sino que utiliza el suyo propio al margen del candidato votado. Además, a diferencia del sistema de Condorcet, produce siempre un ganador (salvo en el rarísimo caso de empate, para el que todos los sistemas electorales deben tener fórmulas de desempate), no depende del azar y tiene en cuenta los votos de cada partido, no sólo las victorias de un partido sobre otro. Tiene la desventaja, con respecto al recuento Borda, de que no tiene en cuenta la cuantía de la preferencia (cosa imposible de medir también con Borda por requerir una sinceridad plena) sino sólo la preferencia, pero la ventaja de que no requiere de buenas intenciones para funcionar.